Con el nuevo año escolar en curso, la mayoría de los hogares experimentarán un cambio en su preciado tiempo en “familia”. Las noches juntos que eran estructuradas y relajantes durante todo el verano ahora se deben dedicar a completar las tareas.

Para los padres de todos los niños – y especialmente aquellos con dificultades de aprendizaje y comportamiento – este suceso cada noche puede ser muy estresante. Hay, sin embargo, muchas cosas que los padres pueden hacer para que la “temida hora de tareas” sea menos difícil para todos los involucrados.

Barbara Resnick, MS, Especialista en Educación en el Instituto de la Familia de la Universidad Northwester ofrece consejos para que los padres hagan de la tarea un éxito este año escolar.

“Establecer una rutina para hacer las tareas, y dedicar un tiempo para realizarlas”, dice la Sra Resnick. “Compruebe el planificador de las noches con su hijo cuando llegue a casa, y aclare las expectativas de asignación mediante la lectura y resaltando las instrucciones.”

Ms.Resnick también dice que es importante controlar la cantidad de tiempo necesario para la finalización de las tareas. Si usted siente que el tiempo es excesivo o que su hijo claramente no entiende las asignaciones o requiere supervisión total con el fin de completarlas, comparta sus preocupaciones con el maestro de la clase. Esta dificultad podría ser una indicación de que su hijo puede necesitar apoyo académico más formal de la escuela.

“Aunque la mayoría de los padres no están capacitados formalmente como educadores, la hora de la tarea que pasamos juntos se puede utilizar para enseñar una variedad de estrategias de aprendizaje”, dice la Sra. Resnick. “Por ejemplo, enseñar la priorización de tareas o cómo romper una asignación más grande en partes más manejables.”

Los padres también deben ser conscientes de la autoestima de sus hijos mientras trabajan en sus tareas escolares. “Reconocer los esfuerzos que su hijo hace para completar una tarea, y no sólo el resultado”, dice la Sra Resnick. “Recuerde a su hijo que todos cometemos errores y que nadie es perfecto.”

FUENTE: Instituto de la Familia de la Universidad Northwestern.